Conferencia 18 – fase A

LA CHARLA INTERIOR Y LA CANCIÓN PSICOLÓGICA

LA CHARLA

Resulta urgente, inaplazable, impostergable, observar la charla interior y el lugar preciso de donde proviene. Incuestionablemente, la charla interior equivocada es la “causa causórum” de muchos estados psíquicos inarmónicos y desagradables en el presente y también en el futuro. Obviamente, esa vana palabrería insustancial de charla ambigua y en general toda plática perjudicial, dañina, absurda, manifiesta en el mundo exterior, tiene su origen en la conversación interior equivocada.

Se sabe que existe en la gnosis la práctica esotérica del silencio interior; esto lo conocen nuestros discípulos de “tercera cámara”. No está de más decir con entera claridad que el silencio interior debe referirse específicamente a algo muy preciso y definido. Cuando el proceso del pensar se agota intencionalmente durante la meditación interior profunda, se logra el silencio interior, mas no es esto lo que queremos explicar en el presente capítulo. “Vaciar la mente” o “ponerla en blanco” para lograr realmente el silencio interior tampoco es lo que intentamos explicar ahora en estos párrafos. Practicar el silencio interior a que nos estamos refiriendo tampoco significa impedir que algo penetre en la mente. Realmente estamos hablando ahora mismo de un tipo de silencio interior muy diferente. No se trata de algo vago y general. Queremos practicar el silencio interior en relación con algo que ya esté en la mente, persona, suceso, asunto propio o ajeno, lo que nos contaron, lo que hizo fulano, etc., pero sin tocarlo con la lengua interior, sin discurso íntimo. Aprender a callar, no solamente con la lengua exterior, sino también, además, con la lengua secreta, interna, resulta extraordinario, maravilloso. Muchos callan exteriormente, mas con su lengua interior desollan vivo al prójimo. La charla interior venenosa y malévola, produce confusión interior.

Si se observa la charla interior equivocada se verá que está hecha de verdades a medias, o de verdades que se relacionan entre sí de un modo más o menos incorrecto, o algo que se agregó o se omitió.

Desgraciadamente, nuestra vida emocional se fundamenta exclusivamente en la “autosimpatía”. Para colmo de tanta infamia, solo simpatizamos con nosotros mismos, con nuestro tan “querido ego”, y sentimos antipatía y hasta odio con aquellos que no simpatizan con nosotros. Nos queremos demasiado a nosotros mismos, somos narcisistas en un ciento por ciento; esto es irrefutable, irrebatible. En tanto continuemos embotellados en la “autosimpatía”, cualquier desarrollo del Ser se hace algo más que imposible. Necesitamos aprender a ver el punto de vista ajeno. Es urgente saber ponernos en la posición de los otros.

“Así que todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos”. (Mateo: VII, 12)

Lo que verdaderamente cuenta en estos estudios es la manera cómo los hombres se comportan interna e invisiblemente los unos con los otros. Desafortunadamente, y aunque seamos muy corteses y hasta sinceros a veces, no hay duda de que invisible e internamente nos tratamos muy mal los unos a los otros. Gentes aparentemente muy bondadosas, arrastran diariamente a sus semejantes hacia la cueva secreta de sí mismos, para hacer con estos todo lo que se les antoje (vejaciones, burla, escarnio, etc.).

LA CANCIÓN PSICOLÓGICA

Ha llegado el momento de reflexionar muy seriamente sobre eso que se llama “consideración interna”. No cabe la menor duda sobre el aspecto desastroso de la “autoconsideración íntima”; esta además de hipnotizar la conciencia nos hace perder muchísima energía. Si uno no cometiera el error de identificarse tanto consigo mismo, la autoconsideración interior sería algo más que imposible. Cuando uno se identifica consigo mismo, se quiere demasiado, siente piedad por sí mismo, se autoconsidera, piensa que siempre se ha portado muy bien con fulano, con zultano, con la mujer, con los hijos, etc., y que nadie lo ha sabido apreciar, etc. Total, es un santo y todos los demás unos malvados, unos bribones.

Una de las formas más corrientes de autoconsideración íntima es la preocupación por lo que otros puedan pensar sobre uno mismo; tal vez supongan que no somos honrados, sinceros, verídicos, valientes, etc. Lo más curioso de todo esto es que ignoramos lamentablemente la enorme pérdida de energía que esta clase de preocupaciones nos trae. Muchas actitudes hostiles hacia ciertas personas que ningún mal nos han hecho, se deben precisamente a tales preocupaciones nacidas de la autoconsideración íntima. En estas circunstancias, queriéndose tanto a sí mismo, autoconsiderándose de este modo, es claro que el yo, o mejor dijéramos, los yoes, en vez de extinguirse se fortifican entonces espantosamente.

Identificado uno consigo mismo, se apiada mucho de su propia situación y hasta le da por hacer cuentas. Así es como piensa que fulano, que zultano, que el compadre, que la comadre, que el vecino, que el patrón, que el amigo, etc., etc., etc., no le han pagado como es debido a pesar de todas sus consabidas bondades y, embotellado en esto, se vuelve insoportable y aburridor para todo el mundo. Con un sujeto así, prácticamente no se puede hablar porque cualquier conversación es seguro que va a parar a su librito de cuentas y a sus tan cacareados sufrimientos.

Escrito está que en el trabajo esotérico gnóstico solo es posible el crecimiento anímico mediante el perdón a los otros. Si alguien vive de instante en instante, de momento en momento, sufriendo por lo que le deben, por lo que le hicieron, por las amarguras que le causaron, siempre con su misma canción, nada podrá crecer en su interior. La oración del Señor ha dicho: “Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”. El sentimiento de que a uno le deben, el dolor por los males que otros le causaron, etc., detiene todo progreso interior del alma. Jesús, el gran KABIR, dijo: “Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, en tanto estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel. De cierto os digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante”. (Mateo, V, 25, 26)

Si nos deben, debemos. Si exigimos que se nos pague hasta el último denario, debemos pagar antes hasta el último cuadrante. Esta es la “ley del Talión”, “ojo por ojo y diente por diente”. “Círculo vicioso”, absurdo. Las disculpas, la cumplida satisfacción y las humillaciones que a otros exigimos por los males que nos causaron, también a nosotros nos son exigidas aunque nos consideremos “mansas ovejas”. Colocarse uno bajo leyes innecesarias es absurdo; mejor es ponerse a sí mismo bajo nuevas influencias. La ley de la misericordia es una influencia más elevada que la ley del hombre violento: “Ojo por ojo, diente por diente”.

Es urgente, indispensable, inaplazable, colocarnos inteligentemente bajo las influencias maravillosas del trabajo esotérico gnóstico, olvidar que nos deben y eliminar en nuestra psiquis cualquier forma de autoconsideración. Jamás debemos admitir dentro de nosotros sentimientos de venganza, resentimiento, emociones negativas, ansiedades por los males que nos causaron, violencia, envidia, incesante recordación de deudas, etc., etc., etc.

La gnosis está destinada a aquellos aspirantes sinceros que verdaderamente quieran trabajar y cambiar. Si observamos a las gentes podemos evidenciar, en forma directa, que cada persona tiene su propia canción. Cada cual canta su propia canción psicológica; quiero referirme en forma enfática a la cuestión esa de las cuentas psicológicas; sentir que a uno le deben, quejarse, autoconsiderarse, etc. A veces la gente “canta su canción, así porque sí”, sin que se le dé cuerda, sin que se le aliente, y en otras ocasiones después de unas cuantas copas de vino.

Nosotros decimos que nuestra aburridora canción debe ser eliminada; esta nos incapacita interiormente, nos roba mucha energía. En cuestiones de psicología revolucionaria, alguien que canta demasiado bien —no nos estamos refiriendo a la hermosa voz, ni al canto físico—, ciertamente no puede ir más allá de sí mismo; se queda en el pasado. Una persona impedida por tristes canciones no puede cambiar su nivel del Ser; no puede ir más allá de lo que es. Para pasar a un nivel superior del Ser, es preciso dejar de ser lo que se es; necesitamos no ser lo que somos. Si continuamos siendo lo que somos, nunca podremos pasar a un nivel superior del Ser.

En el terreno de la vida práctica suceden cosas insólitas. Muy a menudo una persona cualquiera traba amistad con otra solo porque le es fácil cantarle su canción. Desafortunadamente, tal clase de relaciones terminan cuando al cantante se le pide que se calle, que cambie el disco, que hable de otra cosa, etc. Entonces, el cantante resentido, se va en busca de un nuevo amigo, de alguien que esté dispuesto a escucharlo por tiempo indefinido. Comprensión, exige el cantante, alguien que lo comprenda, como si fuera tan fácil comprender a otra persona. Para comprender a otra persona es preciso comprenderse a sí mismo. Desafortunadamente, el buen cantante cree que se comprende a sí mismo. Son muchos los cantantes decepcionados que cantan la canción de no ser comprendidos y sueñan con un mundo maravilloso donde ellos son las figuras centrales. Sin embargo, no todos los cantantes son públicos, también los hay reservados; no cantan su canción directamente, mas secretamente la cantan. Son gentes que han trabajado mucho, que han sufrido demasiado, se sienten defraudadas, piensan que la vida les debe todo aquello que nunca fueron capaces de lograr. Sienten, por lo común, una tristeza interior, una sensación de monotonía y espantoso aburrimiento, cansancio íntimo o frustración a cuyo alrededor se amontonan los pensamientos. Incuestionablemente, las canciones secretas nos cierran el paso en el camino de la autorrealización íntima del Ser. Desgraciadamente, tales canciones interiores secretas, pasan desapercibidas para nosotros mismos a menos que intencionalmente las observemos. Obviamente, toda observación de sí deja penetrar la luz en uno mismo, en sus profundidades íntimas. Ningún cambio interior podría ocurrir en nuestra psiquis a menos de ser llevado a la luz de la observación de sí. Es indispensable observarse a sí mismo estando solo, del mismo modo que al estar en relación con la gente. Cuando uno está solo, yoes muy diferentes, pensamientos muy distintos, emociones negativas, etc., se presentan. No siempre se está bien acompañado cuando se está solo. Es apenas normal, es muy natural, estar muy mal acompañado en plena soledad. Los yoes más negativos y peligrosos se presentan cuando se está solo. Si queremos transformarnos radicalmente necesitamos sacrificar nuestros propios sufrimientos. Muchas veces expresamos nuestros sufrimientos en canciones articuladas o inarticuladas.

 

Fin conferencia 18